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MI PERSONAL QUIMERA

Que mezquina puede ser la vida y a la vez que magnífica. Algunas estrellas se van y otras llegan.

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Está será mi personal quimera

En medio de todo este horror que estamos viviendo, de tantos fallecimientos. Algo que sin duda nos va a marcar para siempre. Una situación que nunca habíamos vivido y ojalá no volvamos a vivir, ni nosotros, ni las generaciones venideras.

En medio de esta pesadilla hay muchos niños y niñas que han visto su primera luz. La cara y la cruz dentro de esta adversidad.

Lo primero que quiero, es rendir mi pequeño homenaje a todas esas personas a las que su luz, se le apagó. 

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En especial a la generación que nos dio todo, que levantó este país. Una generación hecha “de otra pasta”. Una generación que no supo lo que era disfrutar de la vida, hacer algo sin obligación, solamente por gusto. Sin embargo, lo que conoció fue el sacrificio, el trabajo y el esfuerzo. Acataron con resignación lo que les tocó vivir, la ínfima herencia que les dejaron sus progenitores y sumisamente, la voluntad y deseo de sus descendientes.

Esos hijos de una guerra, de una represión, de un sin sentido que nunca entendieron. Algunos nacieron entre bombas, otros las oyeron desde un pequeño escondrijo. Esos niños que, ahora siendo mayores tienen tanto que compartir y sobre todo que enseñarnos.

Nadie merece irse del modo, en el que este adversario ha logrado que se vayan. ¡NADIE! Pero ellos, los que tan generosos fueron, todavía menos. 

Me acojo al cielo y mi aliento en estos crueles días, son las pequeñitas estrellas recién llegadas. Es el legado de una enorme generación que nos demostró como se lidia en las grandes batallas. 


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Unos bebés nacidos en medio de un confinamiento, en pleno apogeo del Covid-19. Nacimientos con sabor a esperanza.


Serán niños que oigan eternamente cuando y cómo vinieron a este mundo. Algunos vivirán sus primeros días, semanas, separados de su madre o de su padre. Bebés que estarán días sin “existir” legalmente, hasta que puedan ser inscritos en el registro. Sin conocer a sus abuelos y el resto de su familia. Tomando vitamina D desde un frasco. Ellos todavía no son conscientes del monstruo que nos acecha, aún así conocerán desde muy chicos lo que es el sacrificio, la responsabilidad y el respeto. 

Por eso, vivirán la vida de verdad, saboreándola y disfrutándola a cada segundo, porque en su interior, serán conscientes de que todo puede cambiar de repente. Serán altruistas y nada ostentosos. Aguardaran preparados a que la vida les pueda poner a prueba. Los pueda llevar a un límite desconocido. Para ello estarán dispuestos, siempre alerta, cuidando los unos de los otros, guardando la naturaleza.

Ese es mi anhelo, mi codicia y mi afán de lucha personal por conseguir una generación de sólidos y benévolos hombres y mujeres.

Mi esperanza del mañana…

Mi personal quimera.

-Que la Luna os sonría-