Relatos y algunas historias

ELLA EN SU HABITACIÓN

Ella sola en su habitación recordando aquellos momentos vividos. Los increíbles momentos que pasaron juntos.

Mi morena Ella en su habitación

De repente, ella casi sintió el momento aquel, cuando él la cogió por la cintura, la envolvió con sus brazos, la llevó hasta su pecho y la besó con una pasión, la cuál antes no había sentido. No es que ella fuera principiante en pasiones. Solo que aquella química, física, magia, cosquilleo o como se quiera llamar, nunca lo había sentido.

En estos momentos, desde su más vacía habitación, podía volver a percibir aquel sutil susurro que cerca de su oreja dejó caer un “te amo”. Después llegó lo que tenía que llegar, dos cuerpos entregados a la vida, dos cuerpos unidos con la fuerza de la atracción. Se devoraron, se desearon y el mundo se detuvo.

Recordaba los largos paseos por la orilla, sintiendo la suave arena en sus pies y la humedad del mar en su cuerpo. La fina brisa descolocaba su pelo y potenciaba su atractivo. Después llegaron algunas risas, varias miradas y muchas conversaciones, donde ella embelesada escuchaba las experiencias vividas por él, en sus interminables viajes.

Él era diez años mayor que ella y llevaba muchos años viajando por todo el mundo a causa del trabajo. Para él aquel destino no era más que otro lugar al que visitar. Para ella… el paraíso.

Ella sabía que en cuanto él se fuera ya no le volvería a ver. Por eso, mientras tanto, disfrutaba de la belleza del espectacular horizonte que tenía en frente. Un horizonte marcado con un sol despidiéndose de ellos, albergando esos cálidos colores, tan cálidos como su pasión. 

Recordó aquella cena a la luz de unas velas, escuchando la dulce melodía de un piano. Un piano que se dejaba acariciar por las jóvenes manos de un músico desconocido. Algo inexperto es verdad, al que pasión y ganas no le faltaban. En eso coincidía con ellos, su pasión cada vez más fuerte y sus ganas, enloquecidas por volver a la habitación del Gran Hotel Resort donde se alojaban. 

El mismo hotel que les hizo conocerse cuando por la equivocación de un recepcionista, a ella le dieron la magnífica suite que él había solicitado. Para los dos era la primera vez allí, solo que él conocía la cadena de hoteles y sus estupendas suites y pidió una de ellas; podía y quería, simplemente eso.

Cuando ella entro en la habitación y se dio cuenta del error, esperó disfrutando de la terraza con vistas a la piscina, hasta que alguien viniera a reclamarla. Como así fue. Entre disculpas y miradas hubo intercambio de teléfonos y así, de esa peculiar manera, que bien podría ser sacada de una película romántica, comenzó algo, aunque nunca supieron muy bien el qué. Amor de verano dirían la mayoría. 

Así trascurrió aquel verano, lleno de luz y días interminables. Lleno de sabores frescos y dulces. De amaneceres en la playa y bailes incandescentes. Todo fluía como un sueño de una noche de verano. 

Mi morena Ella en su habitación puesta de sol en la playa

¿Fueron amantes? O tan solo dos personas que se encontraron, dos personas que en aquellos días se necesitaban. 

Ahora ella sola en su habitación lo meditaba. Ella en su máxima soledad sentía una carencia, un triste sabor de boca que un fugaz amor le dejó.

¿Le volvería a ver? ¿Dónde estará en estos momentos? ¿Se acordará de ella? Preguntas que golpeaban su cabeza como un zumbido ensordecedor y que no tenían respuesta.

Fuera llovía, el viento avisaba frío y ya nada quedaba de aquel cálido verano donde durante unos días no fue ella, fueron dos.

Tenía su vida, sus clases, sus amigos, en fin, todo el tiempo del mundo y, sin embargo, solo pensaba en él. Se alimentaba de un recuerdo que permanecía perenne y no quería apartarse de ella. Dedicaba su tiempo a la memoria efímera de alguien que se esfumó. De un hombre que ya no volvería a ver. Ese recuerdo de unos momentos pasados que ya no puede acariciar, tan solo vaguean por su mente en forma de felicidad.

-Que la Luna os sonría-

Puntuación: 4 de 5.