Mi morena caminando a Santiago
Relatos y algunas historias

CAMINANDO A SANTIAGO

Llevaba demasiado tiempo deseando realizar el camino de Santiago. Ningún verano resultaba adecuado para lograrlo. Hasta que llegó este y decidí que ya era el momento y lo haría sola. 

Mis amigas me decían que estaba loca. Intentaban persuadirme de mi disparatada aventura. Y reconozco que sus argumentos tenían bastante peso: 

– ¡Después de tantos meses encerrada en casa sin hacer deporte! Pretendes andar 20 km. todos los días. ¡Es de locos Cristina! – se esforzaba en convencerme Daniela, que siempre fue la más sensata de las tres.

– Cris ¿no te dan miedo los rebrotes? Dormir cada día en un albergue. ¡Madre mía que locura! – esa era Ana, que además de poco aventurera, solía ser bastante aprensiva.

Y allí estaba yo que a cabezota ninguna me ganaba. Deseando escapar y perderme de alguna manera. 

Preparé una mochila lo más ligera posible. Ligera de ropa, de comida, de motivación por mi trabajo, de amor después de mi última ruptura y sobre todo ligera de ganas de vida. 

Casi sin darme cuenta aparecí en Sarria y desde allí me lancé a andar. No pensaba, no sentía, solo caminaba. De vez en cuando saludaba de manera educada algún que otro peregrino, nada más, tan solo quería soledad. Afortunadamente para mí, este año no había muchos peregrinos. 

Los días trascurrían realizando las etapas marcadas. Mi cansancio físico iba en aumento, aunque nada comparable con el psicológico. Ese era una losa continua desde hacía ya tiempo. Tenía tantas barreras que romper. Y como no sabía por cual empezar, mi solución era eludirlas. Pensar que no existían, así todo resultaba mucho más fácil.

Admiraba los paisajes, me enamoraba de algunos pueblos y disfrutaba de cada minuto del camino conociendo a mi nueva compañera de viaje: yo.

Sin duda, percibía a cada momento los valores que el camino posee. Además, este año, quizás más arraigados que nunca. Se respiraba respeto, seguridad y concienciación. Estos últimos indispensables para mí. No de cara a las medidas sanitarias generales, sino a mi propia salud mental.

Después de 6 días agotaba por completo, por fin llegué a Santiago. Indescriptible sensación la que experimenté, cuando pisé con mis magullados pies la Plaza del Obradoiro. Plenitud y felicidad por asignarle un nombre. 

La misa del peregrino, la visita a la catedral encontrándome de cara con el Apóstol y todo el bagaje cosechado en estos 6 días, despertaron algo dentro de mí. Y de repente me di cuenta de todo, de lo que quería en mi vida y sobre todo de lo que no quería. Lo que me estaba dañando y me hacía ser infeliz, incompleta.

Por supuesto tendré otras historias de viajes en el futuro, con certeza maravillosas, lo que os puedo garantizar que ninguna será como esta. Porque caminando a Santiago comencé la verdadera historia del viaje de mi vida.

Mi morena caminando a Santiago

-Que la Luna os sonría-

Catedral De Santiago

2 Comentarios

    • morena

      Hola Pedro, muchas gracias por tu comentario, me alegra que te haya gustado, está escrito desde el corazón.
      He leído tu relato y me gustó mucho, esas grandes experiencias que como dices en él nos hacen madurar y nos enseñan tanto.
      Te deseo mucha suerte para el concurso. Un saludo.